Arte de pensar
3 de agosto de 2023
Y así se repite
Poema
Autor: anónimo
Las lágrimas golpean los párpados de los ojos entrecerrados que intentan llevar al cuerpo al descanso, el corazón sabe que no puede dormir, no debe, no quiere mientras ese dolor latente continúe dando punzadas que destrozan el alma. Cuál villano de historia, se queda sentado en su cuarto, un cuarto que no reconoce destello de luz alguno, un espacio cerrado que aunque tenga ventanas no deja que el suave viento de verano traiga consigo su calidez. Es frío, se siente frío, no es que le falte alfombras o cobijas, le falta amor, ese suave cosquilleo y calidez que solo un corazón puede ofrecer, es realmente lo que anhela allí sentado, aquello que no se come ni se digiere, aquello que se siente sin verlo, al que se llega por un olor o un ruido, pero jamás visible.
¿Dónde encontrar algo como visible? ¿Dónde encontrar algo como eso, si toda su vida le ha sido negado? ¿Realmente se le ha negado? Ha tenido incontables oportunidades de palparlo con su alma…pero ha hecho algo mal para no lograrlo, debe ser eso, de otro modo ¿por qué no podría sentirlo? ¿Acaso es algo que le pertenece por derecho a unos y por obligación a otros no debe mirar? O quizás nadie en este mundo lo ha logrado obtener con semejante pureza que no requiera de más que una sonrisa o un suspiro para sentirse… Hay algunos que dicen que se trata de algo incondicional, que se ofrece a través del tiempo y las palabras, las acciones entrelazadas por eventos del destino, todo ello lleva a sentir ese cosquilleo en el centro de tu pecho, que hace latir el corazón tan acelerado, que genera que broten lágrimas que terminan por gotear en medio de sonrisas que reflejan felicidad pura, sincera, que fluye entre pequeñas risas incontenibles.
De ser incondicional, creo que merece un poco todo el mundo de aquello que llamamos amor, nadie es perfecto, eso es más que obvio, pero si es tan incondicional, el que ofrece no debe mirar por la rabadilla de su ojo a quien no cumpla con sus mandatos, para darle a entender que no es merecedor del amor que tanto buscó. El infante reconoce el rostro que desaprueba su conducta, lo asimila como aquello que no debe causar en otros, como algo que lo lastima pero que lastima más a quien lo mira de ese modo. No se puede crecer esperando no volver a ver ese rostro, esa expresión, no es lo correcto, hace daño y ayuda al quebranto en llanto de cuando se crece, de cuando se comprende la cantidad de veces que se comprende la cantidad de veces que se ha visto ese rostro, en ese instante… Las lágrimas golpean los párpados de los ojos entrecerrados que intentan llevar al cuerpo al descanso, el corazón sabe que no puede dormir, no debe, no quiere mientras ese dolor latente continúe dando punzadas que le destrozan el alma…