Artículos de opinión
3 de julio de 2023

Una lucha eterna, la fuerza física contra la mental

Por: Sofia Camacho Zarate

“El 26 de febrero en Cali, fue la chispa que incendió la pradera. No solamente del movimiento universitario, también del movimiento juvenil, educativo y social en Colombia”

Marcelo Torres Benavidez, miembro fundador del Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario -MOIR

La historia de Colombia, como la historia de muchos otros países ha tenido cosas de las cuales sentirse orgulloso y otras que preferiría ocultar. Por ejemplo, las interminables luchas entre el Estado y la juventud que exige una educación libre, gratuita de calidad y para todos.

Lo anterior, porque la educación que recibimos como ciudadanos es de gran importancia para el desarrollo del país, es la forma en la que luego de un largo proceso de aprendizaje logramos desarrollar una postura crítica,  esa conexión o relación entre los conocimientos previos y el conocimiento que se adquiere gracias a ideas nuevas (Fajardo, 2020); es la que los Estados, por décadas, han intentado reprimir para que las personas que lo conformamos no tengamos la capacidad de poner en duda el accionar de los regímenes gubernamentales, la capacidad de generar pensamiento crítico.

Esa postura crítica que solo se logra con una educación de calidad, es el mecanismo que nos permite cuestionar el mundo que nos rodea y a su vez promover cambios y alternativas (Fajardo, 2020) “la educación debe tener como fin el de formar personas que piensen en […] construir una sociedad más justa y nuestra” (Cortina, 1993). A lo largo de los años, la educación en Colombia se ha caracterizado por ser un sistema profundamente inequitativo y excluyente.

Además, los cupos son limitados, considerando el número de jóvenes que se gradúan cada año de bachillerato, lo que genera que estudiar en nuestro país sea considerado un privilegio. Según las cifras más recientes del Ministerio de Educación Nacional, para 2021 la matrícula total en educación superior fue de 2.448.271 estudiantes, lo que representa un aumento del 3,93% respecto a 2020 (Ministerio de Educacion Nacional (MEN), 2021).A lo anterior, se le suma la falta de garantías para que parte de la población tenga acceso a sus derechos fundamentales, situaciones que motivaron a estudiantes antes y motivan a estudiantes ahora a participar de maneras diversas en la movilización social, lo que desafortunadamente les ha costado la vida a muchos.

Luchando por ser escuchado

Las protestas, en Colombia, por parte de estudiantes inician durante el siglo XX, cuando el partido liberal y el conservador se disputaban el país. Durante esta época, Colombia salía de cuatro guerras civiles que incrementaron las condiciones de desigualdad y empobrecimiento lo que, en consecuencia, generó la consolidación de las primeras manifestaciones estudiantiles, que abogaban por la universalización de la educación, la educación laica y la democracia universitaria (Ussa, s.f.).

En 1929, se dio el hito de las movilizaciones estudiantiles, los estudiantes colombianos salieron a las calles para exigir que finalizara el sistema clientelista, que promovía Miguel Abadía Méndez quien empleo un sistema al que se le conocía como “la rosca” (Ussa, s.f.). Durante esta movilización fue asesinado en el centro de la capital, a manos de la policia, Gonzalo Bravo Pérez conocido como el primer “estudiante caído”, que logró desde el día de su muerte, que por varios años se reunieran estudiantes para realizar acciones simbólicas en su nombre (Ussa, s.f.).

Cuando el expresidente Rojas Pinilla llegó al poder, los estudiantes se desmovilizaron, sin embargo, el 8 de junio de 1954, en la Universidad Nacional, un grupo de estudiantes realizaron una actividad de conmemoración por el “estudiante caído” y durante la actividad un grupo de policías ingreso de forma arbitraria al campus y asesinaron a un estudiante. Al día siguiente, varios estudiantes decidieron ir al centro de la capital reclamando por la muerte de su compañero, pero el batallón Colombia abrió fuego sobre la manifestación y acabo con la vida de nueve estudiantes (Ussa, s.f.).

Aquellas muertes sirvieron como impulso para la fundación de organizaciones que empezaban a adoptar posiciones políticas, que eran clandestinas pues habían sido declaradas ilegales por el regimen de Rojas Pinilla (Ussa, s.f.). Camilo Torres, Jaime Arena y Antonio Larrota, aparecieron y se configuraron como representantes estudiantiles.

Los estudiantes, tanto de universidades públicas como privadas, comenzaron a ser actores revolucionarios, que fueron desaparecidos, asesinados o víctimas de la persecución sistemática, amenaza e imposibilidad de participación política. En 1963 se creó otra organización, la Federación Universitaria Nacional (FUN), que potenció las actividades y las exigencias amplias dentro de las agendas. La cohesión a nivel nacional se marcó gracias a la peregrinación del 1964, que realizaron los “comuneros de la UIS” buscando presentar las exigencias que tenían en donde se incluía, el fortalecimiento de la democracia universitaria y el respeto por la libertad de catedra y expresión (Ussa, s.f.), exigencias generales de los movimientos estudiantiles.

En 1971 se dio una de las movilizaciones más importantes del sector estudiantil. Comenzó en la Universidad del Valle, y se le unieron 30 universidades alrededor del territorio colombiano. Se unieron por la inconformidad respecto a la reforma institucional que, le daba el punto de referencia a la movilización, la lucha en contra de la reforma universitaria planteada como propuesta dentro del PLAN BASICO, diseñado por la Asociación Colombiana de Universidades, el Fondo Universitario Nacional y un tercer actor, por el cual tambien se reclamaba fuertemente, la Misión de la Universidad de California (Acosta, 2011).

Como las anteriores movilizaciones, fue reprimida por las fuerzas públicas, se sabe que la primera víctima fue Edgar Mejía Vargas “Jalisco”, asesinado cuando el Ejército Nacional ingreso al campus de la Universidad del Valle, y generó una importante reacción estudiantil a nivel nacional (Devia, 2021). El movimiento liderado por la Universidad del Valle logró, la instauración del concepto de autonomía universitaria lo que significa, según el art 28 de la ley 30 de 1992:

“La autonomía universitaria consagrada en la Constitución Política de Colombia y de conformidad con la presente Ley, reconoce a las universidades el derecho a darse y modificar sus estatutos, designar sus autoridades académicas y administrativas, crear, organizar y desarrollar sus programas académicos, definir y organizar sus labores formativas, académicas, docentes, científicas y culturales (…)” (Ley 30, 1992, art. 28)

Autonomía por la que aun, hoy, se sale a marchar. En 1990, se marcó el futuro del país con un movimiento que se dio luego del asesinato del candidato presidencial, Luis Carlos Galán, luego de un gran proceso de movilización los jóvenes propusieron la instauración de una séptima papeleta que dio origen a la Asamblea Nacional Constituyente, la cual ganó por mayoría, y permitió la creación de la Constitución Política de 1991. Debido al importante suceso que genero el movimiento estudiantil, comenzó una persecución estatal que hizo entrar en decadencia dicho movimiento, estudiantes en manos de las fuerzas represivas del Estado o en hechos muy confusos era el panorama en los movimientos estudiantiles (Ussa, s.f.).

¿Por qué tanta fuerza por el silencio?

A pesar de aquellas represiones consecuentes al logro juvenil, el aliento por defender la libertad dentro de las universidades jamás cesó, la lucha por no permitir que callaran las mentes de los jóvenes emergentes continuó hasta el día de hoy. Retrocediendo un poco, en el año 2011, el movimiento estudiantil tomo fuerzas y se conformó la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE), luego de movilizarse y afrontar fuertes arremetidas de las fuerzas represivas, la MANE derrocó la reforma a la ley 30 que promovía el expresidente Juan Manuel Santos, y que buscaba lograr, la injerencia de capital privado en la universidad pública, inversión estatal en universidad privada entre otras cosas (Ussa, s.f.), que en resumidas cuentan dan a entender la intención de entrometerse mas dentro las universidades.

Tanto este, como los anteriores intentos del gobierno por tener control dentro de las universidades, tiene que ver con la importancia de permitir o no, que los estudiantes universitarios conozcan los detalles de la historia colombiana y que con lo que sepan quieran o no actuar respecto a fenómenos como la corrupción, violación de derechos, los “techos de cristal” etc. (Tamayo, Mendiola, & Goes, 2015) lo que se da gracias a la libertad de expresión y la libertad de catedra.

En primer lugar, la libertad de expresión, de expresarse, además de un derecho logrado con esfuerzo y trabajo de antepasados, es un derecho por el que guerras y muertes de quienes defendieron el derecho se han ocasionado. Cadenas de eventos como, las guerras independistas, masacres dadas por la imposición de ideas basadas en la religión, la doctrina política etc.…, todas en común por el “yo tengo la libertad de expresarme…” (Tamayo et al., 2015)

En segundo lugar, la libertad de cátedra según un documento de 1977 de la UNESCO implica que el profesor de la enseñanza superior tiene el derecho de enseñar libremente y debatir sin limitaciones dadas por doctrinas instituidas, podrá llevar a cabo investigaciones y difundir y publicar los resultados de, podrá expresar libremente su opinión sobre el sistema o la institución para la que trabaja, tendrá  libertad ante censura institucional (…) (Tamayo et al., 2015). Además de lo que da a entender la UNESCO como libertad de cátedra, en el entorno académico esta se ve como la garantía, no solo la libertad del profesor, sino tambien de los derechos y la formación de los estudiantes, lo que evita que la enseñanza del profesor sea presionada para encaminarse en una dirección concreta y determinada.

Conclusión

Asi que en un país donde la tasa de pobreza para el año 2021 a nivel nacional según cifras del DANE fue de 39,3% (Departamento Administrativo Nacional de Estadística, 2022), y además, obtuvo 39 puntos sobre 100 en el índice de percepción de la corrupción, indicando que enfrenta graves problemas en esta materia (Colombia, 2023), un mecanismo como la libertad de cátedra, resulta fundamental en la vida universitaria y contribuye a eliminar toda amenaza procedente del poder público o de la vida política del país que pueda interferir con dicha libertad (Tamayo et al., 2015).  Es además la herramienta para eliminar toda amenaza que atente a mantener informados a los jóvenes universitarios, y para evitar que se siga ocultando cosas a los ciudadanos, sobre todo a la generación emergente, que se esta educando y tomando acciones en contra de quienes por décadas creyeron que nadie los derrotaría.

Referencias

Acosta, H. B. (2011). Las reformas legales a la universidad en Colombia: Los síntomas de una crisis permanente y la continuidad de una política. 15. Universidad Libre. Obtenido de file:///C:/Users/sophi/Downloads/portalderevistas,+11-39.pdf

Colombia, T. p. (31 de Enero de 2023). Transparencia por Colombia. Obtenido de Colombia no mejora en el Índice de Percepción de Corrupción: ¿habrá cambios en los próximos años?: https://transparenciacolombia.org.co/2023/01/31/colombia-no-mejora-en-el-indice-de-percepcion-de-corrupcion/#:~:text=Colombia%20obtuvo%2039%20puntos%20sobre,entre%20los%20180%20pa%C3%ADses%20evaluados

Congreso de Colombia. (28 de diciembre de 1992). Artículo 28. [Título I]. Ley 30 de Educación Superior. [Ley 30 de 1992] DO: 40.700

Cortina, A. (1993). Ética aplicada y democracia radical. España: Tecnos.

Devia, C. S. (31 de Marzo de 2021). No lo olvide compañero, se cumplen 5 décadas de la masacre en la Universidad del Valle en Cali. Obtenido de Plaza Capital: https://plazacapital.co/especiales/5459-cinco-decadas-de-la-masacre-en-la-universidad-del-valle-26-de-febrero-no-lo-olvide-companero

Fajardo, J. A. (2020). Capítulo 12. ¿Qué es aprender? En M. T. Castañeda, La voz del estudiante en la educación superior: Un mundo por descubrir (págs. 121-130). Colombia: Universidad de los Andes. Obtenido de https://www.jstor.org/stable/10.7440/j.ctv14t47pj.16

Ministerio de Educacion Nacional (MEN). (2021). Matrícula en educación superior 2021. Obtenido de https://snies.mineducacion.gov.co/1778/articles-401926_recurso_1.pdf

Tamayo, R. A., Mendiola, M. S., & Goes, T. I. (2015). La libertad de cátedra: ¿una libertad malentendida? Investigación en educación médica, 4(15). doi: 2007-5057

Ussa, V. (s.f.). Breve historia del movimiento estudiantil colombiano. Radio Pedagócica. Obtenido de http://radio.upn.edu.co/breve-historia-del-movimiento-estudiantil-colombiano